Sin ideas frente al muro

La gente suele confundir el hecho de jugar bonito con jugar bien. Y no es lo mismo, ni mucho menos. Un equipo puede jugar muy bien si es consecuente con su planteamiento y lo lleva a cabo de una forma correcta. Si, además, este planteamiento conlleva un juego espectacular y vistoso, perfecto.

Esta noche, quien ha jugado bien ha sido el Inter. El que ha intentado jugar bonito, ha sido el Barça. En un Camp Nou a reventar y con un ambiente impresionante se presentó el Inter de Mourinho. La idea era clara, ser aún más defensivo que en la ida. Tanto que los jugadores italianos parecían tener la orden de no tener el balón. Los primeros minutos fueron un reflejo de lo que se iba a ver el resto del encuentro. Un Barcelona que tocaba y tocaba y un Inter que, simplemente, defendía. De vez en cuando, Milito intentaba pelear algún balón contra los centrales catalanes, pero nada podía hacer.

Los italianos se encontraron con la lesión de Pandev en el calentamiento y, por si fuera poco, Thiago Motta golpeó en la cara a Busquets, con lo que fue expulsado a la media hora de juego.

Sin embargo, esto no hizo más que conseguir que el Inter se echara aún más atrás. Era un escándalo ver como cada posesión no les duraba apenas cinco segundos, el pelotazo arriba era el argumento que usaban para rearmarse defensivamente y no perder la posición. Mientras, el Barça adolecía de profundidad y sus posesiones servían para poco, ya que los tiros a puerta brillaban por su ausencia. Ibrahimovic, con su posición estática, contribuía a esta falta de profundidad y hacía que el juego de los blaugrana fuera muy previsible.

La segunda parte fue más de lo mismo, aunque más exagerado aún si cabe. El ataque era algo que no conocían los italianos, haciendo honor a la fama del 'Calcio'. Los diez hombres interistas estaban siempre por detrás del balón, y la línea de defensa se plantaba en la frontal del área y de allí no se movía. A esto había que sumarle los hombres del centro del campo tan solo unos metros más adelante. Eto´o era lateral izquierdo, y Milito actuaba en ocasiones como lateral derecho. Samuel y Lucio, en el centro de la zaga, se convertían en auténticos titanes y no dejaban pasar el balón por su zona. En el Barça, Messi estaba desaparecido, aislado del partido. Al argentino se le esperó durante los 90 minutos, pero nunca llegó. Xavi no podía hacer milagros ya que sus compañeros no se movían y Pedro parecía ser el único con algo de peligro. Ibra fue sustituido dando entrada a Bojan. Más movilidad para el ataque, tanto que gozó de la ocasión más clara del partido y que no pudo materializar.

Los minutos pasaban y el Inter veía cada vez más cerca la final y el Barcelona veía como se alejaba otro título esta temporada. La realidad es que el Barça no es aquel que maravilló hace no mucho. Quizás sea la ausencia de Iniesta. El de Fuentealbilla le da a su equipo todo lo que no mostró hoy, velocidad, precisión y verticalidad. Decepcionante el Barcelona esta noche, ya que no veía la manera ni siquiera de llegar al área visitante. Un juego lento, previsible y sin pases que rompieran líneas es lo que practicaron los catalanes.

Al igual que en el partido de ida, Piqué optó por sumarse al ataque y convertirse en delantero. Y suyo fue el único gol del encuentro, en posición dudosa. Los últimos 10 minutos fueron más intensos, ya que los locales vieron cerca la remontada y el público creyó de nuevo. Sin embargo, el autobús, el camión o el tren que puso Mourinho en el Camp Nou salió victorioso. El técnico portugués ha planteado un juego feo, sí, pero muy efectivo y que ha servido para derribar a este Barcelona. Un plantel ultradefensivo, pero con el que su equipo no se ha sentido incómodo y no ha sufrido ante la impotencia del Barcelona, inferior en esta eliminatoria.

La nota negativa la puso el club catalán al activar el sistema de riego del césped cuando los italianos estaba celebrando su clasificación sobre el terreno de juego. También hay que saber perder.