El Hércules es su propio rival

Viendo el partido que enfrentaba hoy al Hércules y al Huesca en el Rico Pérez, uno se da cuenta del estado de ánimo por el que pasa el conjunto alicantino. Las estadísticas hablan por sí solas, un punto sobre 18 posibles es un lastre para alguien que aspira al ascenso. Y no sólo eso, sino que en los últimos seis encuentros, el número de goles anotados ha sido de cero.
Delibasic, Tote, Portillo, Sendoa, Rufete... no son capaces de marcar ni un solo gol en 540 minutos. Pero el problema no está arriba. Pólvora hay de sobra, lo que no hay es juego. El centro del campo no funciona. Hoy Jorge Alonso y Tiago Gomes no han sabido hacerse con el control del balón y poner orden al ataque del Hércules. No se ofrecían para sacar el balón, con lo que esa primera referencia que deben tener los centrales no existía. Consecuencia: balón largo o a la banda. Todo ello con un Huesca perfectamente plantado en el terreno de juego, con coberturas y muy ordenado que, de vez en cuando, se permitía el lujo de lanzar alguna contra. Estaban muy a gusto los oscenses.
Además, el Hércules ha jugado a un ritmo excesivamente bajo, muy pausado y sin ninguna velocidad a la hora de tocar. Dominio total de los locales sí, pero totalmente inútil. Oportunidades para abrir el marcador si tuvieron, pero no supieron aprovecharlas. Pero el que no las desaprovechó fue el Huesca que, en una de las escasas llegadas al área consiguió adelantarse por medio de Gilvan. El Hércules no tenía capacidad de reacción y el público se cabreó con el equipo. Así llegó el 0-2 del mismo Gilvan para que el abucheo fuera aun mayor.
Los blanquiazules siguen segundos a expensas de lo que hagan Cartagena, Betis y Levante, que podrían incluso sacarle de los puestos de ascenso. Increíble que el Hércules se encuentre en esta situación cuando hace no mucho gozaba de un gran colchón. Ahora mismo es un equipo son confianza, impotente, hundido anímicamente y sin claridad de ideas en el juego.
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