El técnico sevillista, un hombre de la casa, ha estado discutido desde que llegó al primer equipo en 2007. La marcha de Juande Ramos al Tottenham hizo que Del Nido tuviera que buscar un entrenador y apostó, quizás sin demasiada fe, por Jiménez. Desde entonces, se produjo esa extraña situación en la que, sin saber muy bien por qué, el míster no cala entre los aficionados y cada decisión es mal vista, cada derrota es un desastre y todos los males son culpa única y exclusivamente del entrenador.
El buen juego que se había visto con Juande era evidente, pero no se puede pedir siempre la perfección. Además, los jugadores cambian, envejecen (Kanouté no es el mismo de hace años ni por asomo) y los demás equipos también se refuerzan. Cierto es que este año los resultados estaban siendo bastante preocupantes, sobre todo en casa, pero es un equipo que se clasificó para octavos de la Champions y al que Jiménez ha dejado con opciones a un título, la Copa.
Pero anoche la situación se hizo insostenible, era algo que se veía venir prácticamente desde el primer día, es como si todo este tiempo se hubiera estado gestando la destitución. Suerte para Jiménez.
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