Diario de la Eurocopa: Día 10

No era una falsa alarma. Los síntomas eran preocupantes y, a la hora de la verdad, el fracaso se consumó. Fracaso, batacazo, decepción, ridículo... cada uno que llame como quiera a la eliminación de Holanda pero, en cualquier caso, es algo mayúsculo. La subcampeona del mundo, esa que tanto hizo sudar a España para conseguir su primera estrella en Sudáfrica, fue ayer eliminada en la fase de grupos sin ni siquiera obtener un sólo punto. Se quedó fuera también una aseada Dinamarca, mientras que Alemania y Portugal siguen soñando.

Cristiano Ronaldo

Bert Van Marwijk abrió por fin sus miras y dio entrada en el equipo titular a Van der Vaart y Huntelaar en detrimento de Van Bommel y Afellay. Era algo lógico, a Holanda no le valía otra cosa que la victoria y tenía que lanzarse arriba desde el inicio. Todo parecía encaminarse cuando, a los diez minutos, Van der Vaart marcó un golazo para devolver la ilusión, pero tan pronto llegó como se esfumó. La selección oranje se echó atrás y Portugal fue ganando, poco a poco, terreno.

A Cristiano se le esperaba y vaya si llegó. Se puso en plan estrella. Participó de casi todo el peligro luso y él mismo se encargó de empatar el partido y, de paso, enseñarle la puerta de salida a Holanda. Fue sólo un aviso de lo que estaba por llegar. La defensa holandesa contribuyó al desastre. Fallos incomprensibles en entregas, pasividad ante los ataques portugueses. y poca capacidad de robo de balón fueron los detonantes.

Holanda pareció reaccionar tras el descanso, pero fue un espejismo. Portugal contemporizó, esperó y cuando a Van Marwijk no le quedaba otra que arriesgar y cerrar con tres hombres en defensa, asestó la última puñalada a cargo, por supuesto, de Cristiano, que envió además otros dos balones a los postes. Así, Holanda se despide con una preocupante imagen, dando la sensación de ser un conjunto de individualidades incapaces de asociarse por un bien común. Un equipo largo, con problemas para crear en el centro del campo, con un Sneijder desconectado y un pobre Robben, todo ello espoleado por la cabezonería del seleccionador en apostar por jugadores que no merecían un puesto en el once, como es el caso de Afellay.

Bendtner

Quien no falla es Alemania. Como si su estabilidad económica se trasladase al césped, el equipo de Joachim Löw sumó su tercera victoria en su tercer partido (2-1) y dio muestras de fiabilidad. Muchos están ya metiendo su dinero en las casas de apuestas a la victoria germana, y no sin razón. El partido comenzó con una Alemania buscando el triunfo y una Dinamarca contestona. Khedira fue de lo mejor, dejándose ver en innumerables ocasiones por el ataque germano. Esa es, precisamente, una de las virtudes de este equipo, la cantidad de jugadores que mete en el área rival cuando ataca. Así, llegó el gol de Podolski que fue inmediatamente igualado por Dehli a la salida de un córner.

Funcionó la pizarra de Dinamarca porque a la segunda vez que intentaron la misma jugada el balón entró en la portería de Neuer. Balón alto desde la esquina al segundo palo para que Bendtner lo devuelva al corazón del área y un compañero remate. Perfecto. Alemania seguía dando muestras de su ambición. Lahm y Bender, los laterales, siempre miraban hacia arriba mientras Schweinsteiger les cubría las espaldas.

En el segundo acto el ritmo bajó, pero los de Löw siempre controlaron el partido y no pasaron ni un solo apuro. Dinamarca, que no se había arrugado hasta entonces, debió ser algo más agresiva. Los minutos pasaron en su contra y poco pudo hacer ante la máquina germana. Los daneses han sido una de las sensaciones de esta Eurocopa. Ganaron a Holanda, y no fueron inferiores a Portugal. Su pase no hubiera sido injusto.