Las multas ridículas

Ayer salieron a la luz las sanciones impuestas por el Comité de Competición tanto al Sevilla como a Osasuna por dos hechos bien distintos pero que ambos van en contra del fútbol y el espectáculo. El más grave de ellos, sin lugar a dudas, fue el botellazo (o los botellazos) que recibió Iker Casillas al término del encuentro de ida de semifinales de Copa en el Sánchez Pizjuán.

Pues bien, pese a que peligró la integridad física del guardameta por ese objeto lanzado, seguramente, desde la zona de los Biris, Competición ha decidido imponerle al Sevilla una multa de tan sólo 3.000 euros además de apercibir de cierre al estadio del club hispalense. Mientras tanto, el agresor sigue sin ser identificado y no se conocen noticias acerca de los recogepelotas, 'cómplices' de aquel hecho. Si realmente estos dos chicos no van a sufrir ningún tipo de sanción, se confirmará que Del Nido ha perdido definitivamente el norte y el contacto con la realidad.

La segunda multa se la ha llevado Osasuna. El lanzamiento de balones al campo hasta en dos ocasiones cuando el Real Madrid atacaba la meta navarra dio una imagen deplorable y fue algo que habla muy mal de su afición, o por lo menos de aquellos que lo hicieron. Si, a raíz de este hecho, esta moda se extiende y en todos los campos vemos tirar balones desde la grada cuando un equipo ataca para que el colegiado pare el partido, el fútbol se va a ver claramente perjudicado y pasará a ser poco menos que una broma. Por eso los 602 euros impuestos por el Comité de Competición se antojan ridículos y hace pensar que, por una cuantía tan baja, pueda haber barra libre para todos.

Ahora bien, seguro que no todos los aficionados son así y la mayoría tienen dos dedos de frente.