El pasado sábado, Pochettino dio toda una lección de cómo enfrentarse al todopoderoso Barcelona. Pero su planteamiento no fue sólo una clase de la forma en la que frenar el ataque del líder, sino también de cómo meterle mano.
1. El aspecto físico es fundamental. El Barça aprovecha la amplitud del campo hasta el máximo abriendo el juego y ocupando gran parte del terreno de juego. El balón pasa por el último resquicio del césped. Además, la velocidad con la que circula el balón es altísima. Por ello, el rival debe tener una condición física extraordinaria para perseguir a los jugadores y para no llegar tarde cuando recibe un jugador azulgrana. El Espanyol hizo una espléndida primera parte y
en la segunda comenzaron a flaquear las fuerzas.
2. Mantener las líneas juntas. Es imprescindible no dejar jugar al Barcelona entre líneas, que el centro del campo conecte con Messi o con cualquiera de los de arriba y que estos encaren a su par. Por ello, las coberturas y las ayudas en defensa son fundamentales. Los extremos tienen que ayudar mucho en el aspecto defensivo. El Espanyol estuvo solidario y actuó como un verdadero bloque. Por ello, recibió escasos tiros a puerta algo que, teniendo en cuenta el rival, tiene un gran mérito.
3. Tapar al cerebro. Xavi no fue protagonista el pasado sábado, y eso se notó tanto en el juego como en el resultado. Si Xavi no tiene la pelota, no baja a recibirla, no se la entregan los centrales para ser la primera referencia en la elaboración, el Barcelona pierde mucho. Guardiola se olía que el de Terrasa iba a sufrir en el partido y por ello decidió ponerle de media punta. El efecto no fue el deseado. Xavi no entraba en contacto con el balón tanto como le gustaría y no podía aportarle esa pausa que siempre le da al juego.
4. Presión en todo el campo. El Espanyol le dio de probar al Barça su propia medicina. La presión que ejercían los pericos era absoluta. En los saques de puerta, por mucho que Piqué y Milito se abrieran para recibir el pase en corto del portero, esto era imposible, y Valdés se veía obligado en la mayoría de las ocasiones a jugar en largo. Ese es el primer paso para destruir el juego del Barcelona, más aún teniendo en cuenta que Ibrahimovic no estaba entre los titulares.
5. Sumar hombres en ataque. No sólo vale defender, el Espanyol fue valiente y cuando atacaba lo hacía de verdad. No fue un cerrojazo, ni mucho menos. Si había balones al área había siempre más de un jugador para buscar el remate, de hecho, Victor Valdés no tuvo uno de sus días más plácidos y tuvo que intervenir en algunas ocasiones para salvar el resultado. Si bien es cierto que Piqué sigue estando intratable y ejerció como líder en la defensa.
6. Calidad. No sólo se gana con esfuerzo y entrega. Además hay que tener clase en las botas para jugarle al Barcelona. Luis García, Osvaldo, Verdú, Callejón y compañía la tienen. Hay que saber cuál es la mejor opción y el pase bueno para llegar a portería, y lo consiguieron. Únicamente faltó el gol, que estuvo muy cerca de llegar.
7. 'Rascar'. No fue un partido violento, pero para detener la avalancha blaugrana hay que emplearse a fondo y dar de vez en cuando. Trabar el juego para que sea lo menos fluido posible y que el Barcelona no pueda exhibir su calidad en el primer toque.
8. Afición. A todo esto hay que sumarle un estadio hasta la bandera con 40.000 personas dejándose la garganta por su equipo, metidos en todo momento en el partido. Un jugador más, sin duda.
De nuevo hay Liga. Por dos cosas, porque la distancia entre Barça y Madrid es de sólo un punto, y porque parece que el líder es vulnerable, no es un equipo al que no se le pueda ganar. Sólo restan cinco jornadas. Veremos si alguno vuelve a pinchar.